Visita al Gran Canaria Arena


En la más tierna infancia, y por mucho que nos cueste hoy día creerlo, habían, al menos en la isla de Gran Canaria, dos de los llamados "deportes Rey". El primero, el más conocido mundialmente como Fútbol y que en aquellos tiempos no nos importaba llamar balompié o juego de pelota. El segundo, que rivalizaba con el primero y que de hecho, le ganaba en popularidad en muchos ámbitos y barrios era el Baloncesto, y para éste no había ni otras palabras ni variopintas reglas. Todos sabíamos lo que era un "tapón", una "personal", los "tiros libres" y hasta sabíamos diferenciar entre triples y dobles (cosa sencilla por otro lado) y nos encantaba practicar a ver cuantas canastas acertábamos (los más certeros practicaban cuantas entraban limpias, es decir, sin tocar el aro). No podría contar las veces que me llevé la pelota naranja a la playa de las Canteras (ni cuantas perdí!!).

Mi generación disfrutó con la generación dorada del Baloncesto en los ochenta, irrepetible para muchos, no se si existen cuentas o promedios, pero no me extrañaría que en aquella década se vendieran más balones de baloncesto que de cualquier otro deporte. El furor se vivía intensamente. Es por eso que cuando me ofrecieron la oportunidad de acudir en visita al pabellón Gran Canaria Arena no lo dudé ni un segundo, si por mi fuera podría haber hecho hasta varias visitas, de hecho, así lo propuse.

El caso es que este tipo de obras singulares son siempre ejemplo para todos los profesionales de la construcción, a la versatilidad de sus instalaciones se une la oportunidad de aprender cosas nuevas debido a la interacción entre los diferentes agentes intervinientes. El promotor más que nunca luchará con ahínco para que el gasto sea el menor posible y se ejecute en el menor tiempo, el arquitecto querrá que se guarde fielmente la idea estética y práctica de la que surgió el proyecto, el arquitecto técnico o aparejador buscará con ahínco que las diferentes fases constructivas se realicen en los tiempos y formas que deben tener para aprovechar al máximo las bondades de los materiales, el ingeniero buscará la forma de que las instalaciones sean más versátiles y prácticas y que se tengan en cuentan sus necesidades en cuanto a espacio y, supongo, que el coordinador de seguridad y salud no podrá dormir demasiado hasta que la obra se acabe.

Es fantástico pensar en la organización interior de esta obra para que, en el lapso de dos años y con graves problemas económicos que amenazaron con parar la construcción, se pudiera llevar a cabo, y casi netamente con mano de obra de empresas españolas.

Pero mejor es pensar la realización de los pilotes que sostienen una parte de la estructura debido a que está en medio de un barranco, o en los altos pilares encargados de sostener las cerchas que protegen la cubierta y que sirven, a su vez, de sostén para todo el entramado interior. O en la envolvente compuesta por dos muros de hormigón armado: uno exterior de 20 cms de grosor y otro interior de 30 cms de grosor. O en las gradas que se apoyan en una losa enteriza de hormigón armado y que, entre los asientos y la losa están ubicados parte de las instalaciones. O en las gradas retráctiles inferiores que hacen que se pueda aprovechar el espacio donde se ubican para otro tipo de eventos. O en las "paelleras" de acero que permiten el movimiento de las gradas tanto en las dilataciones propias del material como en el estiramiento que se producirá cuando estén sobrecargadas con el peso del público asistente.

Lo mejor, sin duda, será asistir a este pabellón a ver al equipo de Baloncesto de la tierra.
O asistir a ver al Circo del Sol.
O al concierto del Cantautor de turno... en fin, sólo me falta conseguir que lleve mi nombre ... ;)


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