La singular envolvente de este edificio nos enseña lo
retorcida y espectacular que puede ser la mente.
(Edition in English)
(Edition in English)
Son muchas las asociaciones y centros que
destinan recursos y tiempo en la búsqueda de soluciones a las terribles
enfermedades neurodegenerativas, y, lo mejor, son pocas las que están inconexas
del resto, hoy me toca exponeros aquí, con orgullo, uno de esos pioneros
centros, diseñado con el más peculiar arquitecto del Mundo.
Se
trata del Cleveland
Clinic Lou Ruvo Center, un novedoso centro clínico altamente
especializado en la investigación, la detección y el tratamiento de
enfermedades neurológicas, como el Alzheimer, el Huntington, el Parkinson o la
esclerosis lateral Amiotrófica (o ELA) que tiene su sede en Las Vegas desde el cercano año de 2010. La
instalación costó unos 100 millones de dólares (unos 92 millones de euros), y
cuenta con un centro de diagnóstico, salas de neuro-imagen, consultorios
médicos y laboratorios dedicados a la investigación clínica, además de otras
funciones que se aclaran más adelante.
Larry Ruvo, un empresario que había
perdido a su padre (Lou Ruvo) a causa del Alzheimer tuvo la iniciativa de crear este centro. Llamó entonces al arquitecto más popular
del Mundo, Frank Gehry,
que tiene entre otros reconocimientos el Pritzker de arquitectura de 1989 o
el Principe de Asturias
de las artes 2014, premios muy meritorios que hablan por sí solos de su carrera
profesional. Éste se negó
al oír la oferta, nunca había realizado ningún trabajo en la ciudad de Las
Vegas, y no quería empezar a hacerlo ahora. Al final llegaron a un acuerdo: Ruvo
incluiría la enfermedad de Hurrington en la lista de investigaciones y Gehry
pondría su mejor voluntad en el proyecto.
Las razones de la petición de Gehry eran
personales, la mujer de uno de sus mejores amigos, Milto Wexler, había sufrido
dicha enfermedad, y el arquitecto estaba afectado por la suerte de su amigo y
familia. Milto Wexler era psicoanalista y volcó parte de su vida en la búsqueda
de tratamientos para el Hurrington, hasta fue el precursor de la Fundación de
enfermedades hereditarias,
ahora es la hija de Wexler, Nancy, la que ha tomado las riendas de la
fundación. A los dos años de iniciar el proyecto, en 2009, Larry Ruvo ya tenía
un socio de renombre: la Clínica Cleveland.
El
complejo está compuesto por dos edificios, como si se trataran de los dos
hemisferios del cerebro, el racional, donde se desarrollan las funciones
médicas y de investigación, y el hemisferio emocional, en el que se desarrollan
los eventos públicos.
Entre ambos una zona de transición, un parque desde el que puedes observar el
edificio y sacar fotos o, simplemente, disfrutar de las vistas. Estéticamente
el hemisferio racional está compuesto por una serie de volúmenes de estuco
blanco y cristal, una serie de paralelepípedos muy bien ordenados que nos dan
cierta seguridad y tranquilidad.
El segundo hemisferio, el emocional, se
envuelve en un rocambolesco y enorme muro cortina de acero inoxidable, con
pliegues y ángulos sin aparente conexión. Este
espectacular muro se ancla a la fachada principal del edificio por 544
elementos de acero que pesan entre 900 y 4.500 kilogramos cada uno, y que están
sujetos por entre 60 y 100 pernos, a los que se unen mediante 30.000 tornillos
de acero inoxidable las 18.000 tejas del mismo material que le dan su aspecto
final. Pero eso no es todo, las 199 ventanas del edificio son diferentes
entre sí, y las 18.000 tejas también (incluso tienen 875 tonos distintos), por
supuesto, requería un método especial el identificar y colocar cada una de esas
tejas, así que, a grandes males, grandes remedios. Gracias a la tecnología BIM
se estableció un código de barras para cada una de las placas de acero
inoxidables, de esta forma se podía analizar individualmente las piezas antes
de su colocación definitiva.
El complejo incluye el Museo de la Mente (un
centro de aprendizaje interactivo que se centra en la mente y el cerebro), una
cafetería pública y una cocina de catering para los operados por la
organización Wolfgang Puck, salas de conferencias, espacios de oficinas; y un auditorio
para eventos, seminarios, conferencias y foros. Dentro de este auditorio, con 13.000 metros cúbicos de volumen interior
y una capacidad para 400 asistentes sentados o 700 de pie, se puede admirar la sinuosa
cubierta, que se convierte en una pared totalmente taladrada por ventanas de
irregular forma. Todo de un blanco impoluto.
El material que cubre una gran parte de la
edificación es el estuco, de un blanco inmaculado. Este material tiene su
nacimiento en Venecia, con el famoso estuco veneciano, se trata de una mezcla
de elementos naturales: cal apagada, mármol pulverizado, yeso y pigmentos de
diferentes colores; estos se mezclan hasta que forman una pasta con la que se
recubren los paramentos. Se utiliza tanto en interiores como en exteriores,
según su composición, y permite diferentes acabados: rugoso, liso, pulido,
incluso se puede modelar dándole diferentes formas. Es ignífugo, antibacteriano
(recordáis
la cal ¿no?), y transpirable (con lo que evitamos
humedades por condensación).
Su grosor oscila entre 2 y 4 milímetros,
siempre dándolo como mínimo en dos manos, a no ser que el fabricante nos
indique otra forma de utilización. Es fundamental que los paramentos sobre los
que vamos a pintar con estuco estén totalmente planos, de ello depende la
calidad visual final. Es muy buena idea
utilizar este material en edificación, sobre todo porque es duradero y presume de una extensa gama de colores y terminaciones.
Con todo, una de las imágenes de Gehry
que, seguro, os viene a la cabeza es la de la famosa “peineta” a un periodista…
en fin, todos tenemos derecho a tener un mal día… ¿o no?
Comentarios
Publicar un comentario