El Amor sin Límites

Por amor se construyó esta maravilla en el siglo XVII, aún hoy su presencia resplandece en el Mundo como un ejemplo de la Arquitectura Mogol.


Si vas a la India tienes que tener claro cuál debe ser el primer lugar a visitar: el legendario Taj Mahal. El Taj Mahal se sitúa en Agra, antigua capital del extinto Imperio Mongol, y es un conjunto de edificios construido entre 1632 y 1654, en total se emplearon veintidós años y unos 20.000 operarios para levantar esta maravilla de la arquitectura cuya principal característica, que le confiere una extrema belleza, es la simetría. La simetría es orden y armonía, por eso en la antigüedad los gobernantes la utilizaban como símbolo de poder y majestuosidad, así, el complejo se distribuye perpendicular al río Yamuna, reflejando a lo largo de su eje central todos los elementos constructivos y vegetales con una precisión milimétrica.

Este complejo tiene también una singularidad no constructiva que le confiere una mayor belleza: fue fabricado por amor. El “Rey del Mundo”, Shah Jahan I que gobernó entre los años 1627 y 1658 (quinto emperador de la dinastía Mongol), lo construyó porque se lo había prometido en el lecho de muerte a su esposa favorita, Muntaz Mahal, de ahí el nombre, que significa también “Corona del Palacio”.


El complejo está formado por cuatro edificios: la Jilaukhana (o acceso al recinto) en el extremo este, el Mausoleo junto al río en el otro extremo y, a ambos lados de éste, dos edificios simétricos, la Mezquita y el Mihman Khana (casa de huéspedes) construidos con arenisca roja. Entre los edificios un hermoso jardín de forma rectangular con cipreses, arbustos, senderos y un estanque que refleja el edificio principal. El Mausoleo, donde reposan los restos de Muntaz Mahal y Shah Jahan I, se eleva sobre un pedestal cuadrado recubierto de mármol blanco y en cuyos extremos se elevan cuatro minaretes que realzan la figura central de la construcción, también recubierta de mármol blanco.

La planta del Mausoleo es cuadrada con los bordes achaflanados, está cubierta de mármol blanco con incrustaciones de mármol negro que narran algunos versos del Corán, esta caligrafía está grabada con tamaños diferentes, de forma que los versos más lejanos se leen con la misma facilidad que los más cercanos. La construcción interior de las paredes es de “lakhauri” (un tipo de ladrillos de barro), y la exterior de mármol blanco. En cada fachada un gran arco señala la entrada y a ambos lados dos arcos dividen las dos plantas del edificio al igual que en las esquinas achaflanadas.


Pero la reina absoluta de la construcción es la cúpula acebollada típica de la arquitectura mongol, ésta se eleva sobre un tambor de siete metros, dando mayor elegancia al conjunto. La altura interior de la cúpula es de 24 metros y se sitúa justo encima del sepulcro, una sala octogonal que acoge los restos mortales de los dos amantes, eso sí, estos no están dispuestos de forma simétrica debido a que a Shah Jahan I lo enterró su hijo, quién lo tuvo retenido hasta su fallecimiento. Cuentan que desde la prisión se veía el Taj Mahal y que el Rey murió allí mirando hacia el lecho de Muntaz. Las diferentes tonalidades con las que se muestra el mármol según las condiciones atmosféricas debieron hacerle más agradables las horas, sin duda.

El interior del recinto está totalmente adornado por mármol blanco con inscripciones de versos del Corán y motivos florales esculpidos, además, tienen multitud de piedras preciosas y semipreciosas engarzadas en paredes y techos, una incalculable fortuna a día de hoy. Una de esas piedras brilla con especial intensidad: el lapislázuli, una piedra mal llamada por muchos “mineral”, dado que no lo es. En aquella época se extraía de minas en Afganistán, hoy día también se extraen de otro lugar muy alejado: Chile, que se ha convertido en el principal exportador de esta piedra para América y Europa.


El lapislázuli es muy apreciado como piedra ornamental debido a sus tonalidades azules y su particular brillo vítreo. Su belleza ya era conocida en el antiguo Egipto y a los nobles europeos les encantaba presumir de incrustaciones de este material en su mobiliario y joyas. Durante una época se dijo que su valor era cuatro veces el del oro, en ese tiempo también se usaba como colorante en pinturas y frescos, Leonardo Da Vinci o Miguel Ángel trabajaron con éste material (la Capilla Sixtina da fe de ello). Hoy día existe una extensa gama de colores acrílicos con la denominación “lapislázuli”, aunque no lo utilizan como pigmento, claro, incluso existen figuras plásticas con un inquietante parecido a la piedra azul.


Sobre el Taj Mahal corren muchísimas leyendas, como la de que el Rey, una vez terminada la obra, mandó cortar las manos de todos los intervinientes para que no pudieran volver a repetir la hazaña. También se dice que el propio Shah Jahan estaba preparando otro mausoleo con mármol negro frente al de su amante esposa. ¿Qué es verdad? ¿Qué es fantasía? Al fin y al cabo todo sirve para engrandecer esta fantástica obra de ingeniería y arquitectura, hecha por un Amor sin límites.

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