¿Cómo elegir una envolvente que proteja del exterior, sea
lo suficientemente estable y nos permita ser más eficientes ecológicamente?
No es ningún secreto que uno de los
elementos más importantes de una edificación es su envolvente, cuyas paredes
verticales se forman normalmente con ladrillos. Uniendo esto a la actual preocupación por la ecología (a veces
desmedida), existen numerosas experiencias y productos que tratan de construir
“envolventes ecológicas”, no se trata sólo de hacer un edificio sustentable, se
trata de reducir la huella de carbono lo máximo posible. En este sentido me
ha parecido muy curiosa la solución a la que han llegado en Taipei, y que paso,
por consiguiente, a relataros.
Este edificio tiene una envolvente formada
por ladrillos de plástico, lo que la compañía creadora (MiniWiz
Sustainable Energy Development Co.) ha llamado Polli-Brick (construidos con Tereftalato de polietileno)
y aunque a mí me gusta más otro nombre: la Barrera de Plástico. El motivo de la
vanguardista construcción fue la Expo Flora de 2010 celebrada en la ciudad, su
sponsor Far Eastern Group, aportó la valiosa suma de 4,22 millones de dólares (3,78
millones de euros) para cubrir una superficie de 2.000 metros cuadrados donde
celebrar desfiles de moda y exposiciones varias.
La
obra, diseñada por Arthur Huang, empleó 1,5 millones de botellas de plástico
para realizar los ladrillos, con todo, lo increíble es que sólo tardaron dos
semanas en recolectar esta enorme cantidad de útiles. La construcción se sustenta en cimientos
de hormigón armado de los que se eleva una estructura metálica en la que se
apoyan los ladrillos de 30 centímetros por 17 totalmente huecos. El proceso de
fabricación fue relativamente sencillo, se recogieron las botellas, se
trocearon en partes más pequeñas, se limpiaron y se fundieron de nuevo con la
forma definitiva.
Lo mejor de este edificio, además de tener
ventilación natural a pesar de no tener ni una sola ventana, es que es
fácilmente desmontable y montable. Los ladrillos son transparentes y
translúcidos, evitando con éstos últimos que se pueda ver desde el exterior
pero permitiendo el paso de la luz. Está
distribuido en tres plantas alcanzando una altura de 26 metros, el peso por
metro cuadrado es de 72 kilogramos (incluye la estructura de acero) frente a
los 400 kilos que pesaría una pared de ladrillo tradicional o los 150 una de
ladrillo cerámico. Tiene incorporadas 40.000 bombillas LED que le dan un
aspecto muy curioso por la noche, además, estas “garrafas” se pueden llenar de
arena, agua o cualquier otro elemento que le dé mayor protección según la
climatología del lugar.
La fachada de Ecoark, así se llama el pabellón, puede aguantar 280 grados centígrados
antes de fundirse, lo cual es suficiente tiempo para que puedas escapar de un
incendio. El recinto es capaz de generar
energía para su propio consumo mediante sistemas eólicos y solares, no puede
generar suficiente para los aparatos de aire acondicionado, pero esto no ha
impedido que le den la clasificación Leed platino. La serie Mega-Estructuras
(de National Geographic) le dedicó un episodio entero, es indudable que tanto el
diseño como la construcción son muy originales, pero no parece que resuelva
ningún problema derivado de la sobreproducción de plástico, ni tampoco
mentaliza de la necesidad del reciclaje.
Nos
cuentan, los diseñadores, que estos módulos de plástico son una muestra de lo
que se puede hacer con los desechos de este tipo, y que, con esta solución, se
pueden realizar en el futuro edificaciones cuyo uso sea residencial. Sólo el tiempo lo dirá, como ventajas
están que es 100 por cien reciclable, que pueden aguantar terremotos y tifones,
que su forma de engranaje (como si fueran paneles de abeja) es muy sencillo e
ingenioso. Pero también es verdad que tienen un limitado aspecto estético,
evidentemente los podrías recubrir o pintar pero… no cambiarían demasiado.
El PET (Tereftalato de polietileno) es un
plástico termoformable muy utilizado como envase en la industria alimentaria
(bebidas, aceites, comestibles…) y en la cosmética y/o farmacéutica. Su
capacidad de adaptarse a cualquier forma y soportar con sólo un 20 por ciento
de su peso el de su contenido se ha ganado a la mayoría de fabricantes del Orbe.
Es resistente, ligero, inerte al
contenido, permeable, reciclable y consume poca energía para su transformación.
Como hándicap tiene que no es biodegradable, y que, al ser tan económico, se ha
sobreexplotado sin que la mayoría de las personas tengan conciencia del daño
medioambiental que se provoca al tirarlo en nuestro hábitat. Por suerte, eso
está cambiando muy rápidamente. Como la sinceridad es reconfortante os diré que
no le veo futuro a estos ladrillos de plástico, al menos, no en uno próximo.
Me imagino que casi todas las personas que
leen esto ya habrán visto varias construcciones donde se utilizan botellas de
plástico para realizar una edificación, bien, estos edificios tienen varios hándicaps,
uno de ellos es el hecho de tener que estar rellenando cada botella con arena o
tierra para que puedan utilizarse como ladrillos. Otro la excesiva cantidad de mortero que hay que utilizar, puesto que
hay que recubrir todo el perímetro de cada botella para darle estabilidad. Son
realmente ingeniosas muchas de ellas, pero no dejan de ser eso, una anécdota.
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