Michael J. Fox y Tracy Pollan venden su casa rural en
Connecticut, una hermosa residencia unifamiliar donde olvidarse del Mundo.
Hans miró directamente a su interlocutora,
pero sólo un segundo, después viró la cabeza a la pared, donde había un cuadro ligeramente inclinado.
“No
sé
qué
tiene de bueno este día, ni siquiera sé
por qué lo dice en plural, y, a todo
esto, no sé cómo
se llama”,
a Lorna no le gustó
el tono (monótono
y lineal) pero entendió por qué
actuaba de esa forma, tenía un claro síndrome
de Asperger, lo
que no comprendía
muy bien era qué
hacía
allí
él
solo.
“Mi nombre es Lorna, y soy una
comercial de la inmobiliaria en la que has entrado, Hans,
ya me han dicho desde recepción tu nombre, pero no me han
sabido explicar qué es lo que quieres, ¿podrías
hacerlo tú?”. Habló
con tranquilidad, sin utilizar bromas o sarcasmos, estaba familiarizada con
este síndrome
(que no enfermedad), sabía lo difícil
que era el trato social para estas personas y procuró
no hacérselo
más
difícil
de lo que ya lo tenía. Hans
pareció
relajarse, el tono conciliador le provocó cierta
tranquilidad, sin dejar de mirar el cuadro dijo: “Quiero
la casa de Fox y Pollan, Lorna, ¿tú
me la puedes conseguir?”.
Por
supuesto, sabía
de qué
casa hablaba su nuevo cliente, de hecho, ella había
subido a la web los datos. El fabuloso hogar que se habían
construido en 1.997 Michael
J. Fox y Tracy Pollan en el pueblo de Sharon,
en Connecticut (EEUU), era una de las joyas de la corona, una perita en dulce para
todo vendedor inmobiliario, sobre todo ahora, que la gráfica
de ventas empezaba a elevarse de nuevo.
Si no
recordaba mal, fue en 1.991 cuando le diagnosticaron Parkinson al artista, aunque no lo hizo público
hasta 1.998, después
de construida la casa. Con todo, la residencia no se diseñó
como una Mansión,
sino que se configuró como una
vivienda unifamiliar, ese era el deseo de sus propietarios, para disfrutar de
un entorno familiar y agreste. El hogar está rodeado de
72.37 acres, lo que equivale a 293.000
metros cuadrados de naturaleza, además de estar
cerca de propiedades de la familia Pollan.
Hans se
estaba impacientando: “el arquitecto fue Charles
Myer,
que orientó la vivienda hacia el oeste. Le
mandó los croquis a Fox en
servilletas, donde se podía vislumbrar un salón
principal de doble altura desde el que se distribuía
el resto de estancias, fue el mismo
Michael quién había
visto esta distribución de pequeño
en una vivienda de la Columbia Británica y le había
gustado muchísimo, así
que, en resumidas cuentas, convirtió un sueño
en realidad. Lorna, yo quiero esa casa, ¿puedes conseguírmela?”
La
especialista admiró
los conocimientos de Hans, sabía que
estaban publicados en prensa, pero aun así no era común
que los memorizaran tanto, con tiento, habló de nuevo: “Lo
primero que tenemos que hacer es averiguar si es la casa correcta para ti,
Hans, para ello te la voy a describir un poco. Tiene 464 metros cuadrados divididos en 6 camas, 5 cuartos de baño, un edificio adyacente con las
habitaciones para los huéspedes en planta alta y los
garajes en planta baja.
El salón
principal tiene un estupendo techo abovedado
con cerchas de madera,
por cierto, este material es el verdadero rey del lugar, dado que sirve como
estructura principal, protege de las
condiciones atmosféricas en
forma de tejas en la cubierta y en los muros exteriores, es el elemento de
revestimiento (en paredes interiores y techos) y, por si fuera poco, adorna
mediante muebles antiguos las diferentes estancias.
No sé si sabías
que la madera es la mejor materia prima para construir. Es versátil,
estética, duradera, estable y, por
si fuera poco, es el único
material de construcción capaz de
reducir las emisiones de CO2 durante su transformación. Es reutilizable, reciclable y
hasta recuperable, en ese sentido en el terreno construyeron una cabaña
con maderas traídas de Vermont, todo un ejemplo
de reutilización y concienciación
medioambiental. También es un aislante térmico y acústico
natural, lo que la convierte en un elemento crucial para la creación
de casas Passivhaus
(viviendas con gasto energético casi nulo).
La vivienda tiene, por supuesto, biblioteca, oficina y una
fantástica piscina donde pasar tus
mejores días. Todo fue construido por la
empresa Richard
E. McCue,
uno de los profesionales del sector en esta zona del Orbe. Si hablamos de
estilos podríamos definir la construcción
principal como de estilo Adirondack,
éste
representa el modelo rústico americano, fue promovido por Thomas Lee en 1.903, que
creó
una hermosa silla robusta
para charlar con amigos y familiares mientras te tomas el aperitivo.
Tracy y
Michael
encargaron al fantástico diseñador
Marc
Charbonnet
el interior de la casa, ya lo había hecho con su apartamento de
New York, así que iban sobre seguro. Marc,
concibió todo el interior en estilo Cottage (o Country Chic), inmediatamente convenció
a los propietarios para ubicar en el salón
una enorme alfombra de 11,30 por 4,70 metros, ni me imagino lo que les costaría
(aunque dicen que consiguieron un buen precio). Ambientó
con una mezcla de tonos oro, beige, ocre, verde y carbón,
que pegan muy bien con el estilo rústico.
Otras curiosidades de la vivienda son un edredón
inglés de mediados del siglo XIX,
varias alfombras antiguas que se reparten por las diferentes estancias, puertas
de estilo francés (esas conformadas por un
marco que contiene varios cristales en su interior), frisos en el salón, la cocina
y el dormitorio principal realizados por Rafael Pimentel, al que acude mucho Peter Marino, o la reproducción
de un arcón del siglo XVIII, que esconde
un televisor para verlo desde el sofá o la cama (ideal ¿no?).
Para no cansarte terminaré hablándote
del exterior, donde el paisajista Jean
Brooks
ha realizado un estupendo trabajo, salvando
un antiguo roble, colocando paseos de muros de piedra y distribuyendo el lugar
para crear un confort natural de primer nivel. Por allí
puedes pasear visitando el estanque (con puente y todo), y puedes hacerlo a
pie, o con uno de los caballos del establo. Todo por sólo 4,25
millones de dólares (3,81
millones de euros)”
Con estas
palabras Lorna miró
fijamente a Hans, que, de forma increíble, le
devolvió
la mirada, ésta
le preguntó
si tenía
dinero suficiente para comprarse la vivienda, teniendo en cuenta, además,
que habían otras cuarenta y dos
personas interesadas en el inmueble. Hans
estuvo en silencio unos segundos, tras lo cual le dijo: “Lorna,
Lorna, Lorna,
tienes un cuadro que está inclinado 1,49 grados sobre su
eje horizontal y, además, no me has contestado todavía
a si me vas a ayudar a conseguir la casa de Fox, ¿Qué
voy a hacer contigo, Lorna?”
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