Por
fuera costura, por dentro más costura, no podía haberse erigido mejor Mansión
en Seúl para la marca del Lujo por excelencia.
(Edition in English)
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El pasado 20 de junio fue inaugurada la Maison Dior en Seúl, en concreto en el
creciente y lujoso barrio de Cheongdam Dong. Este distrito se ha transformado
en la apuesta de la marca Francesa por el mercado de Corea del Sur. Un edificio que hilvana la Alta Costura con
la Arquitectura y que se atreve con nuevos retos, como, por ejemplo, la fusión
de tres materiales diferentes en la creación de una fantástica fachada que
ilumina la calle desde el extremo más opuesto. El diseño del edificio
corrió a cargo del afamado Christian de Portzamparc, cuya carrera le ha llevado ya a ser premio
Pritzker en el no tan
lejano 1994.
El arquitecto, de la vieja escuela, se
basó no sólo en su experiencia profesional, también se inmiscuyó en el arte de
la costura, escrutando con interés hasta hallar la idea que quería expresar.
Así, la construcción está claramente diferenciada en dos volúmenes, que
reflejan dos ideas claras y antagónicas: la levedad y la rotundidad. La primera
representada por los tonos blancos de la fachada y sus diferentes disposiciones
en capas de metal y cristal, unido a la asimetría (las partes del edificio no
guardan relación espacial entre ellas) de su exterior. La segunda, representada
por un volumen hosco y rectangular, del que sale la primera, fusionando las
ideas de forma sutil y elegante, como lo haría la propia casa de modas.
La
construcción se distribuye en seis plantas, con una galería de arte, una sala VIP (donde hacer presentaciones), y dos
plantas exclusivas para la colección Dior Homme. Cuando entras en el edificio ya puedes ver
la mano del otro gran artífice del diseño en esta gran obra, Peter Marino,
cuya experiencia abarca a casas como Chanel, Loewe o Louis Vuitton entre otras.
Fue quién decidió poner en la recepción una escultura de Lee Bul. También tuvo que ver con la disposición
y elección de la decoración interior, donde los decorados brillan con luz
propia: maderas, lacas, piel, tejidos únicos…
Existe una escalera de caracol por la que se
alcanzan los diferentes niveles destinados al prêt-à-porter, con la más variada
colección de Dior (zapatos, perfumes, joyas, bolsos…) para la Femme, todo elegantemente
distribuido y con la debida armonización de tonos en los diferentes paramentos
y mobiliario. Como todas las escaleras
importantes combina estética y funcionalidad, así, da una sensación de ingravidez
comparable a la fachada, esta vez, mediante dos conceptos igualmente opuestos:
la transparencia en una barandilla y el reflejo en la otra, con todo, el efecto
de ampliación del espacio es muy patente.
La última planta incluye terraza al
exterior, está destinada a Cafetería con un soberbio y luminoso diseño en el
que destacan los grandes ventanales de piso a techo. La cafetería está dirigida
por Pierre
Hermé, un renombrado
pastelero francés que proviene de una estirpe de cocineros y que, además, ha
escrito numerosos libros y tiene repartidas sus boutiques por medio Mundo.
Hermé ha preparado una carta especial para el Dior Café (así lo llaman) con productos únicos, como el Ispahan
(asociación de rosa, lichi y frambuesa), y otras sorpresas.
En 2011 Portzamparc empieza a vislumbrar
lo que será la superficie exterior, tiene claro que quiere cubrirla de forma
que represente un vestido. Disecciona entonces este enorme tejido en once
partes, en forma de pliegues o trozos de tela que dejan entrever la caja
metálica que los sostiene. Estas enormes superficies (de hasta 20 metros de
altura) tenían que realizarse con un material muy especial, para conseguirlo
fue necesario un intenso trabajo de experimentación. La conclusión: la fusión de
resinas, yeso y tela, en unos moldes únicos y de un tamaño colosal.
Con
este descubrimiento se trasladaron a Seúl donde se prepararon los moldes y
dieron vida a los paneles que simulan perfectamente la ingravidez, el tacto y
la fluidez de una tela. Fueron
necesarios grandes transportes y el bloqueo de las arterias principales de la
ciudad para mover estas piezas de la fábrica a su lugar de descanso. Una vez
allí comenzaba otro trabajo igualmente singular, mediante dos grúas llevaron
los elementos a su ubicación final para fijarlos respetando las franquías
necesarias para la correcta dilatación de los diferentes materiales. La
dilatación es la propiedad que más afecta al diseño en una edificación, por lo
que no es una cuestión baladí, nos limita el dimensionamiento, la distribución
y la eficacia. De la rigurosa ejecución de estos parámetros dependerá la vida
útil de la construcción (así de rotundo).
Este
es un claro ejemplo de la combinación de
las diferentes cualidades de los materiales: la adherencia de las resinas, la
trabajabilidad del yeso y la resistencia a tracción de la tela.
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