Un recorrido por los edificios emblemáticos de la ciudad es lo que nos
proponen seis arquitectos de Las Palmas de Gran Canaria.
Logotipo de Arquiguaguas
Nació en 1.942, en una lejana y perdida aldea de
la costa de Italia, ni se acordaba
ya del nombre, si es que alguna vez lo supo, sólo tenía en su mente grabada la
nítida imagen del mar, del Mediterráneo,
un mar del que la arrancaron durante la Segunda Guerra Mundial. Muchos años después, en 2.016, con más de
setenta años, no añoraba ninguna costa, tenía una muy cerca, con un Océano en
“alza”, el Atlántico.
A Judith
no la asustaba nada, había tenido una vida completa (un tres por uno, lo
llamaba), había sufrido por la pérdida de sus padres a muy corta edad, había
llorado por el exilio en Argentina,
había viajado por todo el Orbe y
trabajado en siete países diferentes, tuvo dos hijas, y un marido al que amar
(por un tiempo, al menos). Judith ejerció su carrera con profesionalidad, nadie
podría dudar de su entereza, y quién pasó por sus manos (era cirujana) rara vez se quejó.
Los Promotores del Proyecto
Ahora, se había auto-exiliado para su retiro en
una isla que la había cautivado, y en una ciudad cuyo nombre se había
entremezclado con la idea que ella tenía de Bienestar: Las Palmas de Gran Canaria. Era feliz, sin duda, no la ataban
rutinas que no fueran de su agrado, como, por ejemplo, el concurso de Pintura
rápida que organizaba la asociación comercial de Mesa y López, en el que había participado en varias ediciones.
A veces, en secreto, se confesaba a sí misma que
había algo que aún le faltaba por hacer, pero no se atrevía, ni siquiera, a
decirlo en alto. Cuando pensaba en ello salía de su casa e iba a dar una
“vuelta” por la ciudad. Esa mañana le dio por pensarlo demasiado temprano, “¡qué
fastidio!”, refunfuñó, aunque más tarde lo cambiaría por un: “¡qué suerte!”, cosas de la vida.
Cuando se acercó a la parada de Guaguas Municipales más cercana, no sabía que le esperaba una gran
aventura.
El equipo casi al completo
Frente a ella, una de las populares guaguas amarillas, aunque ésta era muy
especial, tipografiada con un rótulo muy diferente, ArquiGuaguas, rezaba el cartel, la G característica del transporte urbano había sido sustituida por
una G con la misma tipografía pero
con los edificios más emblemáticos de la ciudad circundándola, de repente, tuvo
unas inevitables ganas de subirse al vehículo (y lo hizo, claro).
Dentro de la guagua descubrió más imágenes, tanto
en los laterales del vehículo como en su techo. Todos los gráficos
representaban edificios emblemáticos de la ciudad que se situaban en la ruta
por la que transitaban las líneas 1 y 17. Estuvo un buen rato analizando las
fotografías y los textos inscritos que resumían sus cualidades más específicas,
el dolor de cuello mirando el techo lo notaría a la noche, estaba ensimismada
y, lo que era mejor, quería más.
Casa de Colón
“Para eso tengo un I-fone”, pensó alegre, e, inmediatamente, se sumergió en la red móvil de su
aparato de compañía preferido. Allí descubrió cosas muy interesantes, la primera que la idea había sido promovida
por seis arquitect@s, los cuáles habían utilizado su tiempo para organizar el
evento, explicarlo, hacer los murales y las infografías y, más importante,
conseguir la financiación precisa. Encontró un Blog donde, con cierta falta de análisis (todo hay
que decirlo), se explicaba la situación.
Teatro Pérez Galdós
La iniciativa había partido de seis personas,
algunas de estas personas pertenecen a un grupo llamado Estereoscopio
Urbano, que, por lo que había podido leer en su blog (todo el mundo tiene uno), pretenden
mejorar la sociedad y la arquitectura mediante acciones como el diálogo o la
crítica, todo para que acerquen posturas los dos entes, a Judith le gustó mucho
esto, no podía imaginar una sociedad sin diálogo, pero tampoco podía
imaginar una sociedad sin edificios. Leyó (y memorizó) los nombres de los
componentes del grupo: Sara Sarmiento
Castro y Manuel Pérez Tamayo,
que compartían además, un estudio de arquitectura, Samuel DeWilde Calero, portavoz del grupo (alguien tiene que hacerlo)
y José V.
López-Pinto Marrero.
Exposición Itinerante en el Pueblo Canario
En esta ocasión, a la asociación Estereoscopio se
le habían sumado dos activos más, las (también) arquitectas María Cristina Fernández
González, a la que Judith
recordaba haber visto en algún sitio y Silvia
Guajardo de la Rosa. Entre los seis habían “peleado” por sacar adelante este proyecto, la
protagonista de esta historia se lo agradeció con una silenciosa reverencia. El
bloguero sin criterio había detallado también que desde los primeros meses del
año estaban a la busca y captura de Sponsors,
sin los cuáles no sería posible ver la luz, al final, como en las películas
americanas, todo salió bien.
Hotel Santa Catalina
Los que apostaron por Arquiguaguas con fuerza fueron: la asociación comercial de Triana, la fundación
Mapfre Guanarteme y Bilenio (actividades culturales), a los que también hizo
otra reverencia (mental, obviamente). Judith meditó que gracias al interés
cultural de las asociaciones públicas y privadas se podían llevar a cabo
proyectos tan ingeniosos y espectaculares como éste, probablemente, muy pocas
personas sabían agradecer estos gestos.
Castillo de la Luz
El proyecto estaba compuesto por varias fases, la
primera, la de recubrir varios autobuses
con los letreros de la iniciativa al exterior, y con las imágenes en vinilo en
el interior. La segunda ofrecer dos
rutas guiadas por los propios fomentadores del evento, una el 4 de Octubre y
otra el 11 del mismo mes, la antigua cirujana lamentó haber llegado tarde,
pero se alegró de enterarse que habían sido, ambas, un éxito, después de todo,
parece que el diálogo había comenzado con buen pié.
La tercera, pero no menos importante, era la exposición de unos murales que
relataban con imágenes y textos los datos más atractivos de los magníficos
edificios. Montada en la guagua (una amable muchacha le había cedido el
asiento), descubrió que dicha exposición estaba anclada en el Pueblo Canario, pensó si debía ir, pero
prefirió seguir la ruta del vehículo. Así, rememoró con ilusión los inmuebles
del Teatro
Pérez Galdós, el CAAM, el Hotel
Madrid o la Casa de Colón, los edificios de Elder y Miller, el Hotel
Don Juan, la Torre Woermann
(estos últimos dos definen el skyline
de la ciudad) o el Metropole y el Ayuntamiento de la capital.
Estereoscopio Urbano
Estuvo todo el día
siguiendo con atención la ruta guiada, como si hubiera estado el día 4 o el 11
presente en las que se hicieron oficialmente, ¿harían más en el futuro? Por
experiencia sabía que eso sería pedir demasiado… sacó fotos con su móvil de
todos los inmuebles visitados, al Auditorio Alfredo Kraus, al Hotel Concorde, al Hotel
Reina Isabel y al Castillo de la Luz,
se hizo selfies con los
edificios del Hotel Cristina, el Hotel Fataga, el Hotel Gran Canaria y el Hotel Santa Catalina, donde, por fin, descansó de tanta aventura.
Instantánea del grupo de la primera visita guiada
Pero descansar está
sobrevalorado, “a mi edad sobretodo,
descansar es perder el tiempo”, concluyó, mientras cruzaba desde el Hotel Santa Catalina hasta el Pueblo Canario. Tuvo suerte, aún
estaban allí los murales que se habían creado ex-proceso para el evento.
Encantadísima de poder ponerle broche final a su aventura leyó con detenimiento
cada párrafo allí escrito, no había duda del cariño con el que se habían hecho.
Con la insinuante
pregunta de: ¿Sabías que…?, los
murales te describían cosas curiosas, anecdóticas o llamativas. Así, se enteró
que el Teatro Pérez Galdós fue
financiado por una sociedad de accionistas en 1.866, que el Hotel Madrid tuvo como ilustres visitantes
a Gregory Peck, Salvador Dalí, César
Manrique, Alfredo Kraus o la
mismísima Silvana Pampanini, que el Hotel Concorde tiene la configuración
estructural diferente en cada una de sus plantas (ya tenía una buena excusa
para quedarse allí alguna noche), o que el fantástico Mercado del Puerto, ensamblado e inaugurado en 1.891, fue levantado
por técnicos de la compañía que completaron la famosa Torre Eiffel de París.
Murales de la Exposición
Vio entonces a un
grupo de muchachos, eran seis y hablaban
entretenidos, los reconoció al instante, la suerte, ese día, se había
aliado con ella, eran los arquitectos
artífices del Proyecto Arquiguaguas. Se acercó con la experiencia que da la
veteranía y la decisión que te da el interés, los asaltó a preguntas que
respondieron muy amablemente. Judith terminó en su casa, mandando las fotos y
selfies que había sacado durante el día a sus seres más queridos, a sus hijas y
nietos, a sus amig@s. Se guardó para ella el selfie con los seis técnicos.
Exposición itinerante en el Pueblo Canario
Pavimento en el Pueblo Canario (me encanta)
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